martes, 2 de abril de 2013

MUCHOS A PUNTO DE NAUFRAGAR

La situación en la campiña de Córdoba sigue siendo cada vez más angustiosa, sobre todo, para los cereales, concretamente los trigos, que o bien están inundados, encharcados por las llluvias y ya se pueden considerar totalmente irrecuperables o bien, estando crecidos,  han sido invadidos por la alpistera, la avena y por hierbas de hoja ancha.
En estos trigos el problema sigue siendo que no se puede entrar en ellos para poder curarlos. Cárcavas llenas de agua o rebosantes de humedad los atraviesan impidiendo el uso de cualquier maquinaria en contacto con ellos. Los únicos trigales que se salvan y están preciosos son los que se curaron antes de las recientes y continuas lluvias, tratamiento este año también más necesario, conociendo que la Comisión Europea prevé que los precios de los cereales, a medio plazo, sigan manteniéndose por encima de los niveles históricos, como consecuencia de unas bajas existencias.
El problema de las oleaginosas, y ahora me refiero al girasol, se centra practicamente en el hecho de que ya todos los productores, por las razones expuestas, dudamos poder sembrarlo. También sabemos que hay semillas de ciclo corto, que sembradas a finales de Abril o principios de Mayo dieron el año pasado buenos resultados, pero ya miramos al cielo, nuestro gran benefactor y amigo con recelo y miedo.
Los olivos están soportando mejor estas inundaciones, incluso los de la campiña, aunque tememos que, cuando el sol aparezca, muchos más se secarán por asfixia radicular.
Y el aceite sin poder venderse por la falta de demanda que se prolonga y nosotros ya incluso tentados de suprimir todo tratamiento y cualquier jornal, aunque tengamos noticias de que la Delegación de Cordoba y la Consejería han iniciado contactos con Sevilla para lograr paliar los daños de estas inundaciones y ASAJA-JAÉN se proponga solicitar una reunión con el Ministerio de Empleo y el de Hacienda con el fin de "mostrarle las cuentas reales del olivar" y pedirle que, al igual que ha velado por el subsidio agrario, lo haga por la renta de los agricultores.
Promesas bonitas que estamos hartos de oir, buenas intenciones que nunca tienen respuesta y ni siquiera son creibles para las mismas organizaciones que las promueven.
A mí solo me queda ahora abrazarme más fuerte a mis olivos, besar mi tierra y buscar una prodigiosa arca de Noé.
    
  

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