jueves, 14 de febrero de 2013

SIGUE EL ESCÁNDALO


Todos estamos al corriente del escándalo de la carne de caballo.
Estalló en Irlanda, el 14 de enero. Unas pruebas rutinarias de la Autoridad de Sanidad Alimentaria hallaron carne de equino en hamburguesas congeladas, producidas por empresas en Irlanda y Reino Unido y vendidas en  cadenas de supermercados.
Las preocupaciones crecieron la semana pasada cuando la filial británica de alimentos congelados, FINDUS, comenzó a retirar paquetes de lasaña congelada de carne de vacuno. Las pruebas realizadas mostraron que, hasta el 100%, de la carne de este producto era de caballo.
El miércoles el escándalo llegó a Alemania, encontrándose también trazas de caballo en vez de ternera en lasañas congeladas.
Muchos consumidores de países europeos, como Francia, Italia y Bélgica aprecian la carne de caballo como alimento, pero, en estos días también, se ha hallado un antibiótico nocivo en carne de caballo, retirada de la distribución antes de llegar al cosumo.
Todo este fraude, guiado, com otras veces, por el afán de enriquecimiento, afecta a la integridad de la cadena alimentaria.
Así el comisario de Salud de la UE, Tonio Borg, ha manifestado que la Comisión acelerará el trabajo sobre posibles cambios en las normas de etiquetado europeas que obliguen a las empresas a indicar, entre otras cosas, el país de origen en productos de carne procesada.
Ojalá Europa, a raíz de este escándalo, endurezca sus controles, unos justos controles, que lleguen clara y rapidamente al aceite de oliva. Lo que muchos de nosotros estamos queriendo y persiguiendo.
Y, aunque las autoridades de la UE han advertido, en privado, que la complejidad de las cadenas de suministro haría casi imposible aplicar esas normas, estoy segura que yo, y espero que muchos, todos nosotros, sigamos empujando y empujando, hasta que alcancemos nuestro firme objetivo de que nuestro aceite se identifique  por su calidad y su origen.
Tiene que  llegar ya, por fin, la hora de la honestidad. 

domingo, 10 de febrero de 2013

LA CAMPAÑA HA TERMINADO

Practicamente todos los olivareros hemos acabado nuestra campaña. Las cooperativas y almazaras están  cerradas y las pocas que quedan abiertas lo harán el lunes o a lo largo de la próxima semana.
Ha sido para todos la peor cosecha de los últimos años. Incluso yo que, veía a muchos olivos cargados de fruto, he sido decepcionada por los resultados. Y es un hecho que, en Jaén, se ha recolectado un 80% menos que en la campaña anterior, como nos habían anunciado y sabiamos.
Con todo, curiosamente, me puedo sentir satisfecha, porque gracias a los olivos que tengo más olvidados en Córdoba, el montante total de mi recogida es sólo el 50% menos que el del año anterior.
Nuestro consuelo sería, empezó a serlo, la subida del precio del aceite que sigue estancado. Aunque no es un consuelo en el que podamos confiar con la situación económica de nuestro país y el bosillo de sus compradores que están ya desviando su consumo a aceites más baratos que el nuestro, sin importarles calidad ni caracteristicas organolépticas o saludables.
Pero no por eso, ni por el nuevo presupuesto europeo, que destina a Andalucía 5.131millones menos, lo que supone un recorte del 13%, con 312 millones en las ayudas agrícolas - cifra que, incluso, se considera buena por inesperada- he dejado de moverme. Lo he hecho con más entusiasmo y fuerza. La fuerza que me dan siempre mis olivos, nuestros olivos que ahora están contentos y me sonrien, nos sonrien con la lluvia aún sobre sus hojas y los cuidados, que con esfuerzo y sacrificio ya hemos empezado a proporcionarles.
Y así el jueves pasado me reuní con todos los socios de la API a la que pertenezco. Les expuse mis ideas, que ya conoceis, de comercializar nuestro buen aceite de máxima calidad por nosotros mismos.
En principio, sería una comercialización via on line y de pequeña cantidad - nadie se puede permitir en estos tiempos grandes desembolsos- en almazaras de los propios socios, situadas en diferentes puntos geográficos, para que cada productor pueda llevar su aceituna al lugar que más le convenga por proximidad o coste de molturación. Se cuidaría extremadamente el etiquetado y el envasado y se intentaría dar un valor añadido a las ventas con planificación de visitas turísticas a nuestra zona, para dar a conocer nuestro paisaje, nuestros campos, con su asombroso mar de olivos, nuestros molinos, nuestras costumbres y, por supuesto, nuestra excelente gastronomía.
Y no nos limitaríamos en un futuro, que espero que sea próximo, a la venta de aceite en nuesto país, si no que, siguiendo las repetidas y ya cansinas recomendaciones de todos los dirigentes políticos, saldríamos al extranjero con gente dispuesta a trabajar, que no se asusta del cansancio y no busca el enriquecimiento rápido y a costa del engaño.
Quizá, si necesitaramos más gente y gente que realmente ama a los olivos, ver su nombre y su producto y su sabor admirados por todo el mundo, convocaríamos una asamblea en ASAJA- CÓRDOBA para discutir estos temas. De todas formas, no queremos muchos productores implicados en el proyecto. Pocos, bien unidos y compartiendo las mismas dificultades y preocupaciones y, si los hay, algún éxito.
Frente a esto, me han hecho sonreir las palabras de ayer del Presidente provincial del P.P. de Jaén, explicando la campaña que va a poner en marcha este partido en la provincia en defensa del campo jienense y de su olivar y cuyo lema será: "El P.P. CUMPLE, EL PSOE MIENTE".
No es esta la gente que yo busco. Os busco a vosotros que, como yo, amamos los olivos, los  miramos los todos los días, los alimentamos con nuestra presencia y nuestras palabras y no los venderiamos ni los traicionariamos por ningún oro del mundo ni por las más seductoras promesas. Que ellos y su producto reluzcan es lo único que pedimos y buscamos.