lunes, 24 de octubre de 2011

¡DOS BUENAS NOTICIAS POR FIN!

Hoy quiero compartir, por fin, con vosotros dos buenas noticias: La llegada de la lluvia sobre nuestros olivos que, enseguida, con esa alegría y agradecimiento con que lo hacen siempre, se han estirado y han cambiado su triste y arrugada cara de los últimos días. También hoy yo, y espero que todos vosotros, he recibido el 50% de  la esperada subvención de la PAC.
Son dos buenos motivos para enfrentarnos con más fuerzas a la próxima campaña. Al menos podremos pagar gastos de esa recolección ya tan cercana. Y espero que nuestros árboles no nos defrauden y podamos seguir sosteniendo sus grandes cargas y soriéndoles siempre.    

jueves, 20 de octubre de 2011

¿NOS SALVARÁ LA LLUVIA O LA EXPORTACIÓN?

Mucho tiempo sin poder alegrarnos con alguna noticia alentadora.
El almacenamiento privado no nos va a sacar de nuestra desesperación. El precio del aceite nunca ya remonta, tampoco el lampante, como habíamos creido. Y los aceites vírgenes se convierten en lampantes y los extra en vírgenes y el esfuerzo por coger la aceituna del árbol en buenas condiciones de calidad y el empeño, mi empeño, por las APIs no se ve recompensado de ninguna manera. Todos los aceites se están vendiendo practicamente al mismo precio, a ese ínfimo precio al que, sin embargo, no podemos, ni tenemos que acostumbrarnos.
 Sin embargo sobra aceite, por todas partes sobra el aceite y dar salida, a precios rentables, al sobrante de la producción de la campaña anterior, con una previsión para la próxima cercana a 1,4 millones de toneladas, es el principal reto al que se enfrenta en este momento nuestro sector. Indudablemente la solución ahora no está en almacenar, sino en vender
El mercado exterior es un camino que algunos estamos iniciando, con dificultades, con exigencias y burocracias que nos impiden avanzar.
Tampoco la PAC lanza signos favorables hacia nosotros, hacia ese avance necesario y la sequia nos ha estado ahogando durante un largo e interminable verano.
Y ahora que las lluvias se anuncian y que algunos nos planteamos fortalecer nuestros olivos y preparar la tierra contemplamos que toda clase de abonos suben y suben sin tener nadie en cuenta nuestras circunstancias.
¡Ojala esa lluvia próxima, al menos, nos sirva de autentico y mejor abono. Y yo recordaré otra vez a mi padre que rezaba de rodillas por ella y sólo confiaba en ella como su único dios!  

miércoles, 5 de octubre de 2011

LA ESPERA Y LA DESCONFIANZA

En estos momentos en el campo, como en todo el país, todo está a la espera con la misma desconfianza.
Esperamos la lluvia que no llega y que necesitan nuestras tierras, nuestros olivos, para poder soportar una carga que ya no sostienen sin su ayuda y que es también necesaria para para empezar a aplicarles los tratamientos que ahora se hacen más necesarios que en cualquier otra época del año .
Esperábamos el almacenamiento privado que ha llegado tarde, cuando la mayoría de nosotros nos hemos visto obligados a vender nuestra cosecha, y que va a beneficiar a muy pocos con la sola subida del aceite lampante.
Todo está en silencio. Sólo se oye en los bares y plazas el runruneo continuo y desesperado de los pequeños olivareros que necesitan contratar jornales durante los pocos días de su próxima recolección.
Yo,  aquí mismo, me he manifestado partidaria de la nueva ley de Seguridad Social para los trabajadores del campo. Me parece que es algo justo. Pero también entiendo la desesperación de esos pequeños propietarios que tienen que pagar todo el mes por haber contratado a unos jornaleros tres, cuatro días, quizás una semana. Eso también es injusto en esta situación que soportamos. Muchos ya han decidido no coger la cosecha, si ellos mismos no pueden cogerla. Muchos otros quieren lanzarse a la calle con sus gritos y sus protestas. Otros esperan confiados que esta ley sea derogada o no cumplirla si, como es previsible, se implanta el 1 de Enerodel 2012.
Estamos desconcertados. No tenemos leyes de acuerdo a los tiempos en que vivimos. Tampoco en Europa se piensa ahora en nosotros y las propuestas que desde allí plantean no son alentadoras.  En todos los ámbitos se nos exige, se nos exige hasta atornillarnos y dejarnos paralizados.
Pero, dentro de todo, me considero afortunada de tener mi campo, porque sé que al lado de mis olivos o de mi trigo  podré sembrar patatas, tomates, lechugas... y tendré algo que, regado de un poco de aceite, me sirva para comer debajo de un olivo que me ofrezca su sombra.
Por eso viviré siempre al lado de mis árboles, de mi campo, luchando por ellos, que son los que me sostienen y me sostendrán siempre.