martes, 21 de octubre de 2014

LA LLUVIA Y EL CALOR


Por fin ha llovido en nuestros campos de Andalucía.
En Córdoba 61 litros y en Jaén 42.
Los olivos se han puesto mejor, sobre todo, los de Jaén que se han regado más y tienen menos aceituna.
A los de la campiña, curiosamente cargados de un fruto seco y pequeño, aún no se les nota cambio.
Yo espero que se pongan magníficos dentro de unos días para seguir trabajando llena de entusiasmo.
Aunque este año está siendo duro y se sabe o que no habrá ninguna cosecha o será pequeña.
Ha llovido, pero ahora nos sofoca y nos destroza ese enorme calor de verano que no es propio aquí en estos momentos.
Es evidente que el cambio climático ha llegado para traernos problemas y más preocupaciones. En los pueblos, donde están mis tierras, no se habla, con desesperación, de otra cosa.
He comprado, también por fin, con, su correspondiente contrato, unas fanegas que me lindaban en mi campo de Jaén.
En principio mis hijos se oponían a ello. Querían pisos en Madrid y fue difícil hacerles ver las ventajas de la posesión de explotaciones agrícolas familiares para satisfacer la demanda de alimentos  de un planeta donde los recursos de tierra y agua escasean.
La solución sólo está en los pequeños y medianos agricultores que tendrán, lo que yo siempre he querido, producir una cantidad mayor.
La FAO subraya, en su informe anual recién publicado, que las familias de agricultores gestionarán los recursos agrícolas del mundo y suministrarán más del 80% de sus alimentos.
Aclara igualmente la Organización de Naciones Unidas para Agricultura y Alimentación (la mencionada FAO) que muchos agricultores son, somos pobres y necesitaríamos ayudas de los Gobiernos.
Ahora en estas circunstancia mías, con compra de finca y no venta de un pedazo de la campiña del que me quería desprender me siento agobiada.
Pero muy contenta porque mis hijos no venderán sus tierras, las trabajarán y ya tienen planes para ir a ellas y aprender a llevarlas. El ejemplo y lo que se ve es lo que nos mueve a todos.
Y estoy segura que el Gobierno, impulsado u obligado quizás por Europa, nos dará ayudas, subvenciones para que podamos conseguir un gran y necesario logro.
Y eso, precisamente eso, ha sido, incluso sin saberlo, lo que siempre he deseado.