jueves, 3 de marzo de 2016

LA COSECHA DE ACEITUNA ESTE AÑO

Este año la cosecha ha sido difícil. Los olivos que no han sido regados se han puesto con ese color amarillo que todos conocemos y no han dado ningún fruto. Los que se riegan o están en tierras húmedas, especialmente en la campiña, se han podido salvar y han dado un buenísimo líquido de oro.
Yo estoy muy contenta con el resultado, gracias a mi gran encargado, a mis trabajadores, a mi gran esfuerzo y a mi gasto exclusivo para que mis olivos no desaparezcan y mis hijos, que no los visitan, no los hagan desaparecer nunca.
Y eso es algo que les digo y les repito constantemente, aunque no les pido que vayan. Ellos tienen su trabajo, ganan bien y no confían en estas incertidumbres que nos aquejan sin poder determinar lo que vamos a ganar de dinero al final de una recolección. Sólo dependemos del tiempo, la lluvia y del trabajo hecho en el momento adecuado. Y eso, sí, es exclusivamente de nosotros.
Pero eso, hoy día, no lo quiere nadie. Yo antes no trabajaba en mi campo. Dejé mi trabajo para dedicarme con amor y pasión a él. Veía lo que estaba pasando, incluso con los buenos campos de mi familia. No los cuidaban, no se gastaban dinero en los productos, que los olivos necesitan, y aquellos olivos hermosos ahora están feos y da pena mirarlos y recordar cómo llegaron a estar. No, a nosotros no puede pasarnos eso porque vivimos para ellos
Aunque yo misma para no obsesionarme con mis pequeños campos, hago teatro, cuando me llaman, y estoy aprendiendo alemán, idioma que por su dificultad y mi falta de tiempo por las obligaciones impuestas por mis tierras, quizá abandone, aunue me gusta mucho y de pequeña aprendí.
Es cierto que hay épocas, como la de ahora después de la aceituna, en la que se acumulan muchas faenas, sobre todo con el tiempo tan primaveral que hemos tenido que ha adelantado los cultivos.
Tenemos las curas, el arado, la tala, la recogida del ramón, etc, etc. y hay que solucionarlo todo. Nosotros lo haremos, pero siempre aparecen problemas y ahora lucho con la tala. Mis taladores, buenos amigos, no me han talado mucho y aquí todo el mundo hace tiempo que lo hizo. Ellos tienen muchos otros buenos amigos y  pretenden atendernos a todos.
Pero no, no me puedo quejar ni de la cosecha ni del precio del aceite. Al no haber, subió mucho este año, incluso vendiéndose al mismo precio el lampante y el extra. Ahora ha subido unos pocos céntimos diferenciándose estos dos aceites y espero que suba más y venderemos lo necesario para poder vivir todos, incluidos esos olivos y cereal que me subyugan  y me encantan
Hay otras épocas en que no hay casi nada que hacer y entonces es cuando mi encargado, obligado por mí, y yo cogemos las vacaciones que nos merecemos.
Por supuesto no dejamos abandonados nuestros campos. Cogemos legalmente, a un peón que no tiene trabajo y que conocemos por su buen hacer, en estas ocasiones, en nuestro campo, y nos marchamos deseando volver. 
Con ellos, me enterraré, y mi encargado también. Aunque ahora dice que conmigo se irá, si no arreglamos lo de mis hijos. Y eso, de la misma manera, lo conseguiremos juntos.
Probarlo y, a lo mejor, me dais las gracias.