jueves, 26 de diciembre de 2013

¿CAMBIARÁN ALGUNA VEZ LAS COSAS LAS COSAS O NOSOTROS?


Hay que confesarlo. Los olicultores de la provincia de Jaén esperabamos "la gran cosecha del siglo". El año pasado había llovido, como no lo había hecho hacia tiempo, y los olivos se habían cargado tanto de aceituna, que con tal peso no los habíamos visto nunca. Gozábamos admirándolos, haciendonles fotos, abrazándoles como a los hijos que de vez en cuando nos dan alegrias inesperadas. 
Todos empezabamos a ser felices, a tener alguna ilusión. Sólo los más viejos nos recordaban lo que les habiamos oido decir tantas veces a ellos, a nuestros padres: "Es preferible tener cada año una cosecha mediana..." .
Estabamos obnubilados con nuestro triunfo y nuestra alma inocente creyó en el milagro.
Pero la  falta de lluvia desde Septiembre hizo que, aún con riego,  nuestros árboles sufrieran un gran estrés de sequia por el peso que soportaban con muchas ramas  quebradas.
Empezamos la recogida y el tiempo nos siguió siendo adverso, calor, frio por las noches, heladas por la mañana. Todo ello hizo que pronto la aceituna se "cociera", se arrugara y perdiera peso, sin un rendimiento de kilos de aceite  ni unos precios compensatorios.
Este mes empezó a llover en nuestra provincia el día 19. A mí me cayeron 7 litros y, a la mañana siguiente, los olivos  sedientos y agradecidos, resplandecían con sus hojas mojadas.
Hoy, día de Navidad, yo y todos mis vecinos y amigos, hemos recibido el mejor regalo, 39 litros, que, unidos a los caidos  en este mes, suman 68.
Estamos contentos, porque teníamos miedo por la próxima campaña que considerabamos perdida, pero muy tristes porque sabemos, y lo estamos viéndo cada dia, que, con la lluvia, el precio del aceite  baja a marchas forzadas.
Ahora estamos recogiendo más kilos de los que teníamos calculados. No hay aceite de enlace y los países expotadores no tienen una buena producción.
Pero los distribuidores saben beneficiarse de estas situaciones que tienen muy bien controladas. No ofrecerán buenos precios. Esperarán hasta que agobiados y, habiéndonos negado todas las entidades bancarias pólizas y préstamos asequibles,  nos veamos obligados a vender, de cualquer manera, para conseguir liquidez y pagar nóminas. 
Es lo de siempre una y otra vez, el cículo que se repite. Cualquier empresa, la agrícola también, necesita préstamos, pólizas para ser rentables, poder sobrevivir y crear riqueza.Y en estos momentos eso es imposible para muchos de nosotros.
Yo llevo más de dos años gritando y reivindicando en vano nuestros derechos, desde esta tribuna, delante de todas las organizaciones agrarias, de administaciones, de asociaciones de producción integrada etc.,etc., siempre enarbolando la misma bandera sin desfallecer.
Tan sólo recibo como respuesta buenas palabras que me apoyan, promesas que no se cumplen, pero a la hora de la verdad cada uno se busca su salvación como puede o con la resignación habitual que da la tradición de tener un pequeño lujo añadido: En esta provincia todos tenemos, más o menos, nuestras fanegas de olivos.
Así, las cosas no cambian y nosotros, los pequeños o medianos  agricultores tampoco.
Estoy segura que los únicos que me oyen y me escuchan son mis olivos que quieren y saben que tengo que hacer algo por ellos y por todos los que se encuentran en su misma situación. También saben muy bien que no estoy loca y que no cejaré hasta que todos los productores consigamos hacerlos rentables y no tener que perderlos.
Sí, lluvia, cuando no arrasa, es nuesta mayor alegría y esa alegría, ese regalo lo he tenido también en la provincia de Córdoba donde los litros de agua que han regado mi trigo, nuestros trigos aseguran, sin lugar a ninguna duda, su crecimiento, lo que nos libera, me libera de contratar un seguro del  que, el año pasado, con escasisima cosecha, yo sólo conseguí mil euros  frente a  tres mil de coste. 
¿No nos moveremos, no lograremos nunca estar los productores unidos, todos los productores que ya tenemos que ser empresarios y velar para que nuestra empresa, un empresa de vida, no muera?
Quiero creer en vosotros, porque creo en nuestros olivos, en nuestra tradición y en la esencia de nuestra provincia.
¡ADELANTE TODOS CON LAS CABEZAS BIEN ALTAS DESAFIANDO Y VENCIENDO OBSTÁCULOS! ¡NUNCA MÁS CABEZAS BAJAS! ¡TENEMOS POR DELANTE UN GRAN FUTURO A NUESTRO ALCANCE!