Andalucía, con más razón que otras regiones de España, queda paralizada en ese mes.Y no sólo por el calor que este año está siendo soportable hasta ahora sino por las ferias y demás eventos, muchos tan ligados a la tierra, como a la tradición religiosa que nos encadena a ella.
Pero yo no me iré "vacua", vacía, libre y despreocupada del trabajo, de mi campo, como indica la palabra latina de la que procede vacación "vacare" y su derivado el adjetivo "vacua".
No saldré de España, pero me iré, como todos los años al Norte. Los andaluces hemos huido siempre del calor. Mi padre siempre lo hacía partiendo, en los meses calurosos, hacia ese mismo lugar donde yo estoy a punto de llegar. Nunca olvidaré aquellos viajes interminables, cargados de maletas.
Quizás también ahora yo vaya por una prescripción facultativa y con otra carga a mis espaldas, de preocupaciones que resolver y de cuentas que ajustar para sobrevivir mejor y sin tanto sacrificio a la vuelta.
Lo tengo claro hace mucho tiempo. Todo, a cualquier nivel, está cambiando. Las estructuras antiguas, ninguna, ya se sostiene, pero en el campo, en la agricultura ese cambio es más difícil.
Seguimos como siempre. Hoy, por ejemplo, he querido vender para disponer de algo de liquidez para mi viaje y la búsqueda de comprador hoy, al igual que en días pasados, ha resultado vana. Aceite no hay. La próxima cosecha será buena, pero no sorprendente, pero los distribuidores hacen sus juegos, están unidos y nunca pierden.
Me iré, sí, llena de ideas y proyectos que madurarán con la brisa de un mar de olas abruptas y en el contraste de ese mar de olivos verdes que no se alejaran nunca de mis sueños.
Y, cuando el poco dinero que llevo se acabe, volveré, dispuesta a sobrevivir sin ser vencida.
Espero también, como siempre espero, que pueda vender el poco trigo que he cosechado. Trigo con parámetros malos, con vitrosidad y proteínas bajas. Pero, al fin y al cabo, trigo que puede ser indemnizado, en una pequeña cantidad y a bajo precio, por el Seguro.
En cambio, de las pipas espero algo más. Tal vez porque las he visto crecer día a día poniéndose hermosas cuando creía que ni siquiera verían alguna vez la luz y el sol.
Volveré en Septiembre, estoy segura, renovada y fresca, bañada por las aguas del Cantábrico, pero no me quiero ir para olvidarme de todo lo que me ata a la vida y me da la savia que me mantiene.
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