Este año la campaña está siendo difícil. Poca aceituna, bajos rendimientos y ahora las incesantes lluvias y los fuertes vientos que han echado al suelo el poco fruto de los árboles.
La subida del precio fue un hecho, pero se ha estancado y no se han alcanzado los 3,00 euros esperados. Sólo se consiguen, con dificultad, esas soñadas 500 pesetas en un cobro aplazado para Marzo o Abril.
Mientras tanto hay que pagar jornales, seguros sociales, gasoil, algún abono en la esperanza de la gran cosecha del año que viene, teniendo enfrente al gran fantasma de los créditos o pólizas bancarias, que cada día nos asustan más, al estacamiento de los precios de la aceituna y a la subida de los imputs.
En la liquidación de la cosecha pasada muchos olivareros han sufrido "trampas", como las que yo misma he sufrido, aplicándose a la mayoría del aceite molturado el precio más barato, con la excusa de que no había contrato escrito y firmado con el acuerdo al que se había llegado de palabra.
A otro productor, pariente mío, han dejado de pagarle por falta de recursos, estando a la espera de una cierta venta de la almazara para poder cobrar.
A otro productor, pariente mío, han dejado de pagarle por falta de recursos, estando a la espera de una cierta venta de la almazara para poder cobrar.
El contrato de acuerdos para venta de aceituna hay que hacerlos siempre y con todo el mundo por escrito, aunque se crea, como me ha pasado a mí en este caso, que es gente conocida y que han actuado durante años regularmente.
Y, para terminar, todos tememos, más en estos últimos días, el robo de aceituna que ha sido abundante en esta campaña y ha afectado a a vecinos y amigos.
Y, para terminar, todos tememos, más en estos últimos días, el robo de aceituna que ha sido abundante en esta campaña y ha afectado a a vecinos y amigos.
Pero no quiero nunca sentirme desanimada y dispuesta a abandonar nuestra batalla. Las dificultades hacen más fuerte y todos nos estamos dando cuenta que estamos en una empresa donde tiene que respandecer la honradez, el buen hacer y la decencia, porque la tierra está siempre ahí y es la única que nos sostiene y nos sostendrá aquí y en el más allá.
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