Ayer palpé en la calle el entusiasmo y la unión que consiguen grandes hazañas o ilusiones soñadas.
Sobre todo los jovenes y los niños, vistiendo la misma camiseta, gritaban envueltos en banderas o mostrándolas, también en sus rostros. Y cantaban, saludándose alegres sin conocerse, pero con voz potente y convincente su orgullo de ser español.
No se ven muchas banderas de España por nuestras calles, pero ayer esas banderas no tenían colores ni partidos. Eran las banderas de unos jugadores que estaban juntos para conseguir algo importante, olvidando personalismos, protagonismos y divismos. Las banderas de unos jovenes que buscan una buena bandera.
Esos chicos nos hicieron vibrar a todos e incluso yo, que no soy partidaria del futbol, me emocioné, y no tanto por su juego, como por su actitud y por lo que consiguieron despertar.
Yo pensé en esa mi gran esperanza de que algún día los agricultores nos unamos por fin para hacer nuestras cooperativas, nuestras almazaras más competitivas, para poder salir al mercado sin trabas ni competencia desleal, para subir del pozo.
Y ahora creo, después de ver y sentir ayer lo que ví y sentí, que somos capaces de hacerlo si en serio nos lo proponemos.
Gracias, chicos, por vuestra lección, porque no se trata unicamente de futbol y yo hoy necesitaba hablar de vosotros.
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