viernes, 13 de enero de 2012

NO QUEREMOS ESA P.A.C. QUE NOS ESPERA

Ahora sólo se oye hablar de la falta de agua, que ya nos está ahogando, y de las pocas posibilidades de lluvias abundantes que se esperan para  nuestra provincia en el cambio de tiempo anunciado.
El rendimiento está subiendo, pero los agricultores nunca estamos contentos- ahora menos que nunca- y , en el tramo final de esta corta campaña, en la que, inusualmente, los únicos días perdidos se han debido al cierre de los molinos, ya estamos temiendo los resultados de la próxima.
Pero hay tantas y tantas cosas para preocuparnos y levantarnos y unirnos de una vez que hoy, comiendo mi ensalada con mi, nuestro, magnífico y auténtico aceite virgen extra no he podido por menos que disimular las lágrimas que querían salir de mis ojos.
No sabemos o no queremos gestionar nuestra gran riqueza y no nos importa que los italianos con sus mezclas o los franceses con las suyas, con su Carrefour y su "grandeur", juntamente con nuestros pocos y aprovechados distribuidores, se hayan apoderado del mercado del aceite. Nosotro simplemente nos pasemos la vida llorando y lamentándonos, sin hacer nada.
Y sabemos las soluciones y sabemos que una de ellas, esencial, está en nuestras manos, pero esa  tan comentada y repetida concentración de la oferta no promueve acuerdos ni a muchos le parece factible y los que nos atrevemos a impulsarla no recibimos apoyos, ni escucha activa.
Como las administraciones, nos conformamos con la subvención de la P.A.C. que ahora también se está cuestionando y que se verá reducida, sin duda alguna, para nuestros olivos.
Lo que ya deseamos muchos de nosotros es que se acabe de una vez esas subvenciones que terminarán por convertirse en limosnas y, que, por fin, se regulen para ese líquido de oro unos precios dignos que nos curen definitivamente y con eficacia el alma y el cuerpo, y nos permitan vivir, no la angustia y los precios de un pasado lejano, sino el orgullo de la calidad que estamos empezando a conseguir.     
No se trata de dar pena a esos oyentes que están empezando a llamar a las radios, desde Salamanca o cualquier otra ciudad de España, asombrándose de nuestra situación sin comprenderla. Eso no basta.
Las crisis son un revulsivo y purifican y nosotros y nuestros olivos tenemos que salir mejores y fortalecidos de ella. Un día no lejano tendremos que acabar con los malos sueños.   

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