Ahora los agricultores estamos muy ocupados. Unos pocos empezando o preparando la cosecha de aceituna. Algunos también, mis propios vecinos de la campiña, al mismo tiempo, estan sembrando trigo o han arado los barbechos, que este cereal requiere, y esperan la lluvia que antes de la siembra se necesita.
Yo llevo cuatro días cogiendo aceituna en la Campiña Alta Oriental de Córdoba y estoy, con mis más de 46.ooo kilos recolectados muy contenta y, no sólo con la gente que nos ayuda, sino también con las "posturas" que responden a los cuidados y el cariño con el que todos las hemos mimado.
Pero, en cuanto al trigo, nosotros hemos tenido dificultades para entrar en el barbecho, a causa de la climatología, las inundaciones, y demás características propias de una tierra de campiña y de bujeo. Por fin, ayer fue el primer día en que pudimos arar.
Vamos retrasados, porque a pesar de la próximidad, y eso lo sabemos todos, un pedazo de tierra nunca es igual a otro.
Está claro que nuestro oficio depende del cielo, del terreno, dos hilos que nos hacen bailar como marionetas, pero que nos obligan a elevar nuestros ojos al cielo y bajarlos, humildes, hacia la misma tierra que nos cubrirá.
Así estos hilos nos hacen grandes. Los que, sin embargo, nos aprietan casi todos los días, nos empequeñecen y nos mueven a una rebelión amarga, no querida, pero necesaria para no sentirnos humillados, engañados y sin ganas de sobrevivir con sólo pesadas cargas a las espaldas.
En los campos de Jaén y sus pueblos, llenos de olivares y dónde yo también tengo algunos, no hemos empezado, casi ninguno de nosotros la recolección.
La aceituna está verde, el rendimiento bajo para el que acostumbramos a tener a comienzo de campaña y, aunque las cooperativas y almazaras se han abierto o van a abrirse todas a partir de hoy, parece que hay un acuerdo tácito o expreso de no empezar a molturar el fruto hasta Diciembre, con un recuerdo profundo en cualquiera nacido olivarero, de aquella fecha del 8 de Diciembre, cuando, de niños, saliamos temprano, pero felices, con nuestro padre, cargados con nuestras pequeñas espuertas a "coger aceituna". "Los viejos llevaban razón" Eso, sí, se dice y se oye ahora.
Todavía para mí esos días son de fiesta y, aunque los medios han cambiado, la mecanización y la estructuración de la cogida han mejorado condiciones y resultados, yo y todos los que trabajan conmigo mantenemos ese sentido de compañerismo, de saber que tenemos que hacerlo bien, porque de eso depende el bienestar de todos y lo hacemos con el orgullo y la seguridad de que somos dueños y amos de la tierra que estamos tabajando, porque sabemos con seguridad que ella también depende de nosotros.
Sí, estoy contenta, a pesar de todo, por encima de todo, porque miro a cielo y espero de él, de la luna algo mágico y milagroso.
Y sé que, desde hace muy pocos días, carritos de aceite de oliva han llegado ya a Madrid perfumando y purificando sus ahora sucias calles. También sé que, a partir del 1de Enero del 2014, las botellas de nuestro oro líquido no se podrán volver a rellenar y los consumidores sabrán apreciar mejor la calidad de nuestro producto y el esfuerzo que hacemos nosotros para conseguirla
Y sé que, desde hace muy pocos días, carritos de aceite de oliva han llegado ya a Madrid perfumando y purificando sus ahora sucias calles. También sé que, a partir del 1de Enero del 2014, las botellas de nuestro oro líquido no se podrán volver a rellenar y los consumidores sabrán apreciar mejor la calidad de nuestro producto y el esfuerzo que hacemos nosotros para conseguirla
Sonrio a la luna que esta creciendo y quiero que me confirme los pronósticos de los meteorólogos. Ella los cumplirá.
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