Por fin, trabajando a marchas forzadas, incluso los domingos, pudimos preparar los barbechos, inundados por pasadas lluvias. Y hemos empezado a sembrar el trigo en aquellas tierras de bujeo de la Campiña Alta de Córdoba hace dos días.
Estamos con miedo, ahora tememos la falta de agua que impida el crecimiento de la semilla. Ningún pronóstico nos anuncia ya las pocas lluvias que deseosos esperabamos, aunque fueran unos miserables cinco u ocho litros. ¡Y pensar que para trigo y olivos necesitamos de inmediato, al menos, unos treinta o cincuenta!
Y aún peor, todavía no he podido vender la cosecha del año pasado. Sabía de su escasez, y jugándomela a la ruleta, como hacemos casi siempre con nuestros productos, esperé encontrar una ocasión en que lo conseguido por su venta me compensara el coste de los abonos, trabajos y cuidados y demás imputs empleados en él.
La semana pasada me daban por mi cereal 0.21€ (35,50 pts.) y hoy, cuando conocemos las cotizaciones de los diferentes tipos ofrecido por la Mesa de Cereales de Córdoba, que se mantienen invariables hace tres semanas y en las que se me integra entre los grupos trigo duro tres (TD3) y trigo duro cuatro (TD4), no creo que pueda conseguir precio más alto para mi cosecha.
Un oficio que sólo depende del cielo, que nos ciega o nos hace llorar y crecer como árboles y espigas, no lo comprenden nuestros hijos que viven en una sociedad donde el único dios es el brillo del dinero que se obtenga fácil y rápido. Tampoco ellos son ayudados a incorporarse al ámbito rural por las administraciones, a pesar de las promesas y las palabras.
¡Ojalá la crisis haga volver al campo a muchos jovenes en estos momentos perdidos y sin ver ningún camino. El campo tiene árboles plantas que protegen, alimentan, hacen probar la tierra y marcan una senda.
Tampoco me extraña que muchos viejos agricultores de la campiñan sigan dedicando en esta campaña sus barbechos a cuidar olivos recientemente plantados en un terreno que no es de olivar y con los problemas que este cultivo también tiene en la actualidad.
Pero nuestro oficio es eterno, no dependemos ni perseguimos la abundancia del dinero, es un oficio transformador porque te une y te acostumbra a esa tierra que también es eterna. Un oficio que si a él llegan los jovenes les dará paz y grandeza.
Hola tita! Has oído que el almendro se está convirtiendo en un cultivo muy rentable?
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