Con las incertidumbres sobre la subida del aceite y del trigo que este verano me ha mantenido a mí, e imagino a todos vosotros, más que nunca en contacto con compañeros, con lonjas y siempre con el internet al hombro o en la mano.
Con los trastornos que las oscilaciones de la bolsa nos están causando a todos a la hora de obtener pólizas, créditos.
Y, sobre todo, con el calor que nos sigue agobiando y que sigue secando nuestros campos ya sin recursos ni fuerza para resistir tanta agresión.
Pero hoy me siento con ganas de gritar alto que el precio del aceite, por fin, ha empezado a subir y ojalá lo siga haciendo sin que sea tan alto que desvie el consumo hacia otros aceites de menor calidad.
El precio del trigo también ha estado subiendo todo el verano y yo aguantando heroicamente mi necesidad de vender. Los últimos días ha experimentado una pequeña bajada y esto nos hace, especialmente a todos los que esperamos, estar atentos para no vender cuando la bajada sea irrecuperable y, de la misma manera, nos obliga a desconfiar de la carrera al alza del liquido dorado.
Con nuestros productos etamos siempre invirtiendo en una ruleta donde nunca sabemos cómo acertar. Estaré, estaremos, pues, pendientes de esas subidas y bajadas de aceite, de trigo que nunca son seguras.
Y, examinando los pronósticos de lluvia para el mes de Octubre, ya que de este Septiembre no se puede esperar casi nada, me he consolado con el anuncio de lluvias para nuestra región hacia mediados del mes que se acerca.
Pero todavía me he propuesto para este mismo mes dos objetivos contradictorios que explican muy bien la situación en la que se encuentra nuestro sector.
Por un lado, empiezo, dentro de unos días, un curso de cata de aceite para defender con extremo conocimiento la calidad de nuestro líquido en cualquier circunstancia.
Por otro, también expondré en la Asamblea de la API a la que pertenezco, a final de mes con el otoño ya entre nosotros, la utilidad de asociaciones como estas en la próxima campaña donde, al haber poco aceite, el lampante, como ya estamos viendo, se venderá casi al mismo precio que el extra virgen, sin los costos que la recogida de la aceituna del árbol supone y donde por la poca cosecha tendremos que retrasar su comienzo hasta conseguir un rendimiento rentable para nosotros, pero peligroso para la calidad.
Hay gente que sabe cojuntar calidad y obtención de buenos precios en el mercado. Que nos lo digan. Vuelvo a mi perenne idea de defensa del olivar en colectividad, porque cada vez estoy más convencida de que lo importante NO ES PRODUCIR, sino INTEGRAR LA PROPIA PRODUCCIÓN EN LA CADENA DE VALOR, recuperando así plusvalías para nosotros, los agricultores.
¿Empezaremos con la crisis y nuestra sequia a ser inteligentes, a reinventarnos a nosotros mismos y a este nuestro sector? Los franceses saben hacerlo y lo están haciendo hace ya mucho tiempo y yo sigo con ilusiones.
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