Quizá las preocupaciones que a todos los agricultores nos está causando esta crisis haya sido uno de los motivos del deterioro de mi salud, sobre todo, sintiendo que no podemos confiar en políticos y tampoco en nosotros mismos con unos precios estancados siempre a la baja.
Es también la impotencia y el daño de ver a los niños de Somalia muriéndose de hambre por culpa de otros precios inalcanzables en unos productos que podrían, bien gestionada la agricultura y el agua, calmar sus necesidades y quizá salvar sus vidas.
La FAO ha empezado a hablar, pero su voz suena lejana y llena de generalidades. De los productores, de nosotros, ni siquiera ante los graves problemas de hambre del mundo una organización internacional, se ocupa con eficacia.
A veces siento, y cada vez con más frecuencia, que estamos en medio de un camino que acaba en una selva tan llena de negrura que perdemos las fuerzas y la seguridad para seguir adelante.
La FAO ha empezado a hablar, pero su voz suena lejana y llena de generalidades. De los productores, de nosotros, ni siquiera ante los graves problemas de hambre del mundo una organización internacional, se ocupa con eficacia.
A veces siento, y cada vez con más frecuencia, que estamos en medio de un camino que acaba en una selva tan llena de negrura que perdemos las fuerzas y la seguridad para seguir adelante.
Pero yo soy optimista por naturaleza y hoy me he agarrado de nuevo con esperanza al movimiento 15 M que ha presentado en el Congreso, después de varios intentos frustrados, un resumen de sus propuestas. Y entre ellas estaba la de atender a agricultores y ganaderos.
Ese movimiento, con sus deficiencias, no puede desaparecer y espero que, cuando volvamos de vacaciones, veamos nuestros campos y nuestros animales iluminados con otra luz y yo entonces también estaré completamente recuperada.
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