Hoy han caído 8 litros en mis tierras y en las de mis vecinos y todos estamos contentísimos. No se habla de otra cosa y, aunque ya con esta terrible sequía nos conformamos con pocos litros, estamos seguros que antes del día 25 de este mes lloverán más de 50.
También sabemos que la primavera será seca y que en Abril no caerá mucha agua del cielo, pero necesitamos y queremos salvar la cosecha que tenemos colgada en el árbol porque si, también desaparece, sería nuestra máxima ruina.
Mis olivos con tierra seca, aspecto seco, algunas hojas oscuras y gran retraso en su crecimiento podrían resultar espléndidos si contarán con lluvia y viéramos índice de su trama.
Estamos regándolos con balsas de Comunidades de Regantes desde finales de Febrero, con la voluntad unánime de todos los socios. Sabemos que los riegos les son imprescindibles para poder sobrevivir, pero también sabemos que, en determinados momentos, el olivo quiere esa lluvia que lo purifica y lo limpia.
¡Ojalá esta lluvia sirva igualmente para llenar un poco mi pequeña balsa individual de la campiña de Córdoba que está totalmente vacía! ¡Ojalá este año aquellos olivos, que están mejores que los de Alcaudete, por las características de la tierra y de los olivos, que aún son plantones o posturas, tengan el riego necesario en el momento necesario!
Pero, sobre todo, todos merecen la lluvia por el cariño con el que han sido cuidados siempre. Ellos lo perciben y la esperan y nosotros, los agricultores con nuestros encargados y trabajadores que nos hemos entregado a ellos con confianza y alegría, no podemos ni debemos ser decepcionados. Los olivos nos impulsan, como personas, a soñar y a creer en los demás sin prejuicios ni fraudes.
Lo que ha sido otro milagro es que cuando estaba, estábamos sembrando mis pipas creíamos que éstas morirían ante esa sequía agobiante y sólo pensábamos en la escasa ayuda de los seguros. Ahora ahí está esa buena agua y aún no las hemos terminado de sembrar. Al principio fue escasa, pero ya muy conveniente y todos, sin excepción levantamos los ojos al cielo, nos abrazamos y la sonrisa aún no ha desaparecido de nuestros rostros.
El campo es duro, muy duro, pero las satisfacciones que te da son enormes, te da todo lo que has deseado ser toda tu vida y no lo has encontrado hasta que te has metido de lleno en la tierra y la has trabajado y mimado.
Y yo sé de lo que hablo, porque a mí, por ser mujer, ni mi padre ni mi marido ni mi cuñado me han permitido ocuparme del campo, hasta que me impuse a todo y a todos.
Pero ahora aquí estoy hace ya varios años más feliz que nunca. Sin interesarme para nada ni de las elecciones andaluzas ni de esos políticos que tenemos que son todos iguales y ya sabemos adónde van y lo que quieren alejados y distantes de nosotros. Menos en alguna ocasión concreta, elecciones por ejemplo, en que se nos acercan con falsedad y buscando sus propios intereses casi siempre.
Sí, seguiré siendo agricultora toda mi vida, a pesar de esas dificultades que tiene trabajar sin techo, pero con el cielo abierto.
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