martes, 12 de octubre de 2010

CUANDO LOS OLIVOS SONRIEN, NOSOTROS NOS REIMOS

Ha venido la lluvia y con ella nuevas esperanzas. La cosecha de aceituna se espera buena. Estamos haciendo esfuerzos y muchos números para para poder curar y abonar nuestros olivos, pero ya el agua del cielo se necesitaba, y no sólo en el cultivo de secano, sino, incluso, en el de regadio.
 Ciertos pronósticos anuncian lluvias y alguna tormenta eléctrica hasta el lunes, 25. No puede ser un agua mala, porque no nos la merecemos mala.
 Nos hemos abrazado mucho a nuestros árboles este otoño. Les hemos dicho que confiamos en ellos, aunque el precio de su fruto no haya despegado, aunque nadie nos diga qué solución se va a tomar con nuestra producción. Sólo los tenemos a ellos para salvarnos y por ello sólo creemos en unos árboles.
Todas las almazaras y muchas cooperativas se asustan cuando se habla de fusión, de articular mecanismos de defensa frente a los compradores. Sólo estamos de acuerdo en confiar en nuestros olivos. Es como si esperasemos un milagro, porque vemos que ellos están con las ramas caidas por el suelo, al no poder soportar el peso de la aceituna. Pero ¿Será eso suficiente ?.
Sí, ya unicamente pensamos en la próxima buena campaña y estamos también animados, porque hemos oido que, quizá, pueda arreglarse el problema de las cabinas de los tractores que la tienen de dos postes: o bien parece que puede llegarse a un acuerdo técnico, o bien la vigilancia y las correspondientes multas van a ser practicamente nulas, hasta tal punto que se aconseja no acometer cambios ni gastos inmediatos.
La lluvia y la sonrisa de nuestros olivos nos dan fuerzas. Y a mí también el haber ganado, hace muy poco, una lucha difícil en la venta de las pipas de girasol. Ahora estoy estoy, como muchos de vosotros y con la risa de la lluvia, en la batalla de conseguir la devolución del IBI rústico de Córdoba.
Siempre tenemos o buscamos una razón, un motivo o una excusa para seguir adelante, porque, ella, ellos siguen ahí. NUESTRA TIERRA, NUESTROS FRUTOS.           

viernes, 1 de octubre de 2010

LOS OJOS BIEN ABIERTOS Y LOS CONTRATOS BIEN SUJETOS

Lo que sabía y no creía que me podría pasar a mí, me ha pasado y puede pasar, ahora todos los días, a cualquiera de nosotros.
 Me refiero, en concreto, a la venta del girasol. Durante los últimos años se lo he vendido a una empresa con la que pactaba un precio, al margen de los parámetros 9-2-40, exigidos para la óptima calidad y el precio siempre era, practicamente, el máximo. Este año, consciente de las dificultades habidas, a consecuencia de las inundaciones que perjudicaron la nascencia, insistí en si estaban de acuerdo en seguir con el mismo procedimiento. Ante la rotunda afirmación de ellos rehusé la oferta de otros dos compradores. Pero a la hora de la verdad y, a causa de las impurezas, originadas por el estado de la tierra, pretenden pagar la mitad de lo pactado.
 Estoy luchando para llegar a un acuerdo que veo difícil, ya que no se firmó ningún contrato.
Y os cuento todo esto, porque hoy como están las cosas ya las palabras no sirven ni en los cereales, ni en el aceite. Nadie tiene dinero y todos tenemos que vender para seguir viviendo. Los bancos exigen mucho para prestar dinero y las almazaras no lo adelantan, porque no lo tienen.
Y nosotros sin unirnos y los molinos sin fusionarse frente a esos compradores que nos manejan como a marionetas y se aprovechan de los cuidados que no dejamos de prestar a nuestros campos
A partir del 16 puede llegar el pago del  50% de la subvención de la P.A.C. Yo ya lo tengo comprometido, por más que el Sr. Delegado afirme que esa ayuda es suficiente para resolver nuestros problemas.
 Seguiré luchando, seguiremos luchando,con los ojos bien abiertos, porque, quizá, tambien esa ayuda se acabe y la dejen sólo para el olivar tradicional. Y suscribiré esos seguros que me he resistido a suscribir por su poca eficacia y su gran costo. Eso es lo que desde arriba nos piden y con lo que ellos se defienden.