Han pasado muchos meses y aún sigo de médicos y de pruebas.
Ahora, como último resultado, me han inmovilizado, aún más, con un collarín que es lo peor de todo lo que llevo sufrido, tanto que incluso me produce heridas y llagas en la barbilla.
Ahora, como último resultado, me han inmovilizado, aún más, con un collarín que es lo peor de todo lo que llevo sufrido, tanto que incluso me produce heridas y llagas en la barbilla.
Me consuela pensar que mis cervicales, mi columna se sentirán mejor después de esta última tortura y me doy cuenta de que ha sido una cosa grave que, en el fondo, yo he ido buscando día a día, trabajando hasta el límite sin ni siquiera mirar el reloj.
Todo era para el campo y mis nuevos proyectos para él, sin olvidar, en ningún momento, el bienestar de los que conmigo trabajan.
Todo era para el campo y mis nuevos proyectos para él, sin olvidar, en ningún momento, el bienestar de los que conmigo trabajan.
En estos momentos, gracias, sobre todo, a mi encargado y trabajadores con los que hablo a diario, estoy en contacto con mi tierra, mis olivos y mis cereales. Todos me transmiten que están haciendo las cosas cómo yo las hubiese hecho, quizá incluso mejor, al poner en primer plano la diligencia, realizando tareas que se contabilizan como horas extraordinarias sin querer, de ninguna manera, que les fuesen pagadas como tales
También algún que otro amigo y trabajador del pueblo ha venido a verme.
Asi lo han hecho los propietarios de unas fanegas de tierra lindantes con las mías que yo quería comprar, pero el precio que me pedían era tan alto que ya había desistido. De repente, sin nadie esperarlo, en esta visita, me las han ofrecido por el coste mínimo en que se pueden cotizar.
El mismo corredor, que estaba con nosotros, dio un grito de sorpresa y, en parte, de indignación. Nadie pensaba en tal oferta si no en la posibilidad de comunicarme la aparición de un nuevo comprador. Pero esas fanegas ya son mías y ahora estoy deseando ponerme buena para poder hablar con el Banco de la hipoteca y ver las mejoras que mi gente, mis trabajadores-amigos han emprendido en ellas.
Asi lo han hecho los propietarios de unas fanegas de tierra lindantes con las mías que yo quería comprar, pero el precio que me pedían era tan alto que ya había desistido. De repente, sin nadie esperarlo, en esta visita, me las han ofrecido por el coste mínimo en que se pueden cotizar.
El mismo corredor, que estaba con nosotros, dio un grito de sorpresa y, en parte, de indignación. Nadie pensaba en tal oferta si no en la posibilidad de comunicarme la aparición de un nuevo comprador. Pero esas fanegas ya son mías y ahora estoy deseando ponerme buena para poder hablar con el Banco de la hipoteca y ver las mejoras que mi gente, mis trabajadores-amigos han emprendido en ellas.
Y también estoy muy contenta, porque he visto que, fuera de mi familia, hay quien me aprecia y me quiere y yo sé y quiero agradecérselo.
Y he aprendido la gran lección. NO PUEDO VIVIR TAN STRESSADA NI STRESSAR A LOS QUE TRABAJAN CONMIGO. ELLOS LO HACEN TODO MEJOR CUANDO ESTÁN TRANQUILOS Y YO MÁS TRANQUILA ESTARÉ MEJOR!!!