Este otoño ha sido inesperado en nuestro campo andaluz de Jaén y Córdoba, como lo ha sido en toda Andalucía y en toda España.
El sol y el calor han durado mucho sin caer lluvia alguna . Pero, sin poder encontrar explicación, los olivos que se han regado, y algunos lo seguimos aún haciendo, milagrosamente, están muy buenos y con el doble de aceituna que en años anteriores, hasta el punto que muchas ramas se están rompiendo del gran peso que les carga.
No pasa así en los de secano, incluso en los que tienen riego, pero no están cuidados con el cariño y el interés que tenemos mi buen encargado y yo. Tener los olivos y el cereal bueno supone un gasto inmenso por el precio de los abonos, los trabajadores contratados y demás y demás.
A todo esto, hay que añadir que ya nadie cree en el campo como medio para ganar dinero. Casi todos los propietarios trabajan en oficinas con mejor sueldo del que alguna vez podrían obtener de un campo donde no se pueden esperar maravillosos resultados económicos. No aman la tierra ni la sienten como nosotros, un vínculo especial del que no nos podemos apartar.
A nosotros nos basta con ver crecer las cosechas, admirarlas y sentir la mayor satisfacción posible al comprobar que esa belleza y armonía se ha conseguido gracias a nosotros, a los que nos gusta las cosas bien hechas y no tanto el dinero que podamos obtener de ellas.
Son muchos los jóvenes que se ocupan del campo de sus padres, obligados por estos.
La mayoría lo hacen sin gusto, y, al final, los padre o ellos mismos cuando estos faltan, lo venden. Y ahora sólo hablo de familias con propiedades grandes y heredadas.
Con los propietarios de pequeños campos, cosa que en Jaén y Córdoba suele ser lo habitual, todo es distinto. Viven cerca de ellos y en cualquier momento, incluso del fin de semana trabajan en su campo.
Lo curioso ha sido, como he dicho al comienzo, la gran cosecha que se puede avecinar si el tiempo nos ayuda
El frío, más aún, que la que la lluvia que se anuncia, nos hace temblar en estos momentos cuando ahora con la aceituna en el árbol y a punto de ser cogida no se necesita eso. Muchos ya hemos empezado hace unos días y el día 1 de Diciembre empezaré con todo insistiendo en los olivos en los que lluvia y frío harían desaparecer aceituna , por su situación y su tipo de tierra.
Por eso espero y deseo con todo mi corazón que si llueve o hace frío mis zonas se salven que, a veces, deseándolo mucho y con mucha fuerza las cosas se consiguen y lo digo por experiencia y con la seguridad que yo tampoco olvido esto.
¡Ojala mis sueños se consigan! y no sólo por mí, sino, sobre todo por mis hijos, que si ven el campo precioso y cargado no se atreverán a venderlo, como ya están comentando entre ellos.
- Mi trabajo sé que será reconido.
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