Por fin me quitaron el terrible collarín y creía que me iban a dar el alta definitiva para poder volver a la mañana siguiente a mi campo y estar entre mi gente. Me marché, sí, aprovechando una tregua de las consultas médicas.
Estuve tres días y comprobé que mis olivos, aunque sin mucha aceituna, se mantienen con crecimiento y buen color y me llevé la alegría de comprobar que el girasol estaba magnifico y es uno de los mejores de todos los alrededores. No me esperaba ver el campo tan bonito ni tan bien cuidado. Todo gracias a mi encargado y al resto de mis trabajadores que se alegraron de verme y me hicieron regalos de bienvenida.
Pero no pude hacer todo lo que hubiese deseado.
No vendí el trigo que, con los análisis de la Conserjería de Agricultura ya en mis manos, he podido comprobar con gran sorpresa y máxima alegría que supera los parámetros del mejor grupo de trigo duro calificado por la Lonja de Cereales de Córdoba el TD1. Naturalmente los análisis del comprador, que ya conocía, eran mucho peores en cuanto a peso específico y proteínas. El comprador estaba de viaje cuando yo fui. Tengo que volver para defender ese poco trigo con toda mi fuerza renovada y con esta esperanza insospechada. El dinero también me hace falta.
Tampoco pude arreglar la cuestión de la hipoteca del trozo de olivos que pretendo comprar. Pensé ver la cuestión en otras entidades bancarias y he llegado a la conclusión que lo mejor es mantenerla en el mismo Banco donde la tiene el vendedor. Es más económico y no supone tantos trastornos.
Quiero volver con todo mi corazón, pero al reanudar las visitas para conseguir la deseada alta, uno de los médicos me ha prohibido terminantemente moverme hasta que no vea a un especialista de corazón con el montón de pruebas prescritas. Una de las cuales no la puedo hacer ya hasta bien avanzado Septiembre.
La cita para el cardiólogo es para el día 28 de este mes.
Tengo pensado, alentada por un viejo amigo médico que me conoce y sabe que mi ausencia del campo puede suponer un empeoramiento, acudir a la cita con todas las pruebas menos una y convencerle no para ir al Norte de vacaciones, como hago todos los años, sino para volver a mi Sur. Mi Sur es mi Sur.
Me espera mi gente, que quiero que tomen unas muy merecidas vacaciones y reciban de mis manos unas compensaciones por ese magnifico trabajo realizado y me esperan mis olivos, los de siempre y los que voy a comprar, y la venta del trigo y la recolección del girasol. Puedo estar con ellos antes de que acabe el mes. Me siento mejor y sé que no es momento de hacer locuras excediéndome en el trabajo.
Esa es la vida que me llena y ya mis hijos me han confirmado que ellos también me quieren ayudar y participar de forma activa en las labores y gestión de la empresa.
El ejemplo es lo que mueve a la acción y es el lema que ha guiado siempre mi vida. Es eficaz y siempre y en todo da buenos resultados
VELAR POR LA SALUD, POR MI SALUD ES, Y AHORA LO SIENTO MÁS QUE NUNCA, ESCONDERME ENTRE MIS OLIVOS, ABRAZARLOS Y ESPERAR JUNTOS LA LUZ DE LA LUNA O LA DE LA MUCHAS ESTRELLAS QUE CUAJAN ESE CIELO. AHÍ VELARÉ CON MÁS ENTUSIASMO TAMBIÉN POR MIS TRABAJADORES. CON TODOS ME SENTIRÉ MUY BIEN.
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