Ahora estamos más tranquilos. Los precios del aceite se están manteniendo y nos contentamos con las perspectivas de la nueva cosecha. Pero la lluvia, que ya se está haciendo imprecindible, después de un verano tan largo y caluroso, no llega. Y contra eso no podemos hacer nada, tampoco los pronósticos la anuncian para nuestra región.
Sólo nos quedan las palabras de los viejos que confian en el cambio de luna y aquella imagen, que yo nunca olvido, del cuento infantil que me leía mi madre, donde una niña arrodillada y con las manos juntas rezaba con toda su familia pidiendo el agua para sus campos. Ahora, sin embargo, somos mayores y ya no rezamos. Pero seguimos apretando las manos y mirando al cielo para que alegre nuestros campos y moje nuestra cabeza y nuestra ropa, ya que todavía no sabemos presionar a nuestro Gobierno ni a nuestra Autonomía para tener por fin una buena política del agua.
Sólo nos quedan las palabras de los viejos que confian en el cambio de luna y aquella imagen, que yo nunca olvido, del cuento infantil que me leía mi madre, donde una niña arrodillada y con las manos juntas rezaba con toda su familia pidiendo el agua para sus campos. Ahora, sin embargo, somos mayores y ya no rezamos. Pero seguimos apretando las manos y mirando al cielo para que alegre nuestros campos y moje nuestra cabeza y nuestra ropa, ya que todavía no sabemos presionar a nuestro Gobierno ni a nuestra Autonomía para tener por fin una buena política del agua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario